lunes, enero 09, 2006

Francisco Sánchez Barbero Abril 2001


                    A quien corresponda  en la Asamblea de la Ciudad  Autónoma de Melilla  


Hace unos días un buen amigo mío y yo comentábamos quién fue Francisco Sánchez Barbero,

nombre rotulado en una calle de nuestra ciudad. El creía que fue un alcaide de Melilla, militar

que se distinguió por alguna gesta como muchos otros que también tienen el honor de tener sus

nombres en la  esquinas de la ciudad. Yo que soy un  curioso de los nombres de las calles de las

ciudades que quiero, Melilla y Málaga, el nombre de Francisco Sánchez Barbero ya lo tenía

localizado hacía tiempo. A mi amigo le dije que ese hombre fue un intelectual, poeta y político

español que nació en el año 1764 en un pueblo de Salamanca con un nombre un poco raro,

Moriñigo. A los doce años ingresó en el seminario conciliar de Salamanca. Fue versado en

Homero y Virgilio.  Iglesias Casas y Menéndez Valdés fueron los que tomó por modelo de sus

ensayos literarios.   En 1788 su vocación eclesiástica no iba con sus principios y abandona el

seminario marchando a Madrid con mas recurso que su ingenio literario.
     
     Durante la guerra de la Independencia cae prisionero de los franceses y en Pamplona logra

escaparse.  Marchó  a Cádiz que por entonces era la capital de España por estar el gobierno legítimo en

esa ciudad.  Trabajó en El Conciso de Cádiz.  En 1813 publica algo en  El Constitucional de Madrid y la

regencia del reino lo nombra bibliotecario de los Estudios de San Isidro y censor de teatros.

Al volver Fernando VII  de su destierro de Valançay comenzaron las persecuciones políticas por las opiniones liberales. Cuando leía una oda en la apertura del establecimiento docente donde impartía clase  le valió estar preso casi dos años en la cárcel de Madrid.  Durante  su estancia en la cárcel compuso “La Gramática Latina”, cuyo texto se lo presentó al gobierno.  Por orden expresa del rey fue trasladado al presidio de Melilla en la noche del 17 de Diciembre de 1815 adonde iba condenado por diez años.  Murió en la miseria  el 24 de Febrero de 1819; algunos historiadores sitúan su muerte el 24 de Octubre del mismo año. Era muy lírico y de inspiración ampulosa como Moratín  ( Padre ), Cienfuegos  y Menéndez Valdés.  Para el teatro escribió una tragedia titulada, “Coriolano”; “Un Casamiento” (opera); “Saúl”, melodrama con música de Cristiana; “En la muerte de la Duquesa de Alba”, “El Patriotismo o la Nueva Constitución” (1812), “La Isla Deshabitada”, el poema  “Las Cuatro Edades del Hombre”, poema “A la Batalla de Trafalgar” (1806).  También escribió las sátiras: “Los Gramáticos”, “Los Viajerillos” y  “A Ovidio”.  
     Yo no me voy a meter en que Sánchez Barbero se merezca o no tener una calle con su nombre en Melilla, a pesar de que para él nuestra ciudad era: " Aquesta mansión de criminales, o la negra siempre abominable mansión de las cadenas”.  Creo que esto era debido al profundo desprecio que sentía por los carceleros y compañeros de infortunio, los presos comunes, no políticos.  Irónicamente decía que las pulgas eran los sabios de Melilla. En unos versos de un largo poema increpando a Ovidio por su largo destierro, como el que sufría el mismo, entre otras cosas dice:  “... Para escarmiento de poetas patrios / Tan viles como tú, yo te mandara, / Publio Nasón, con triplicados hierros, / Atado el pié, desnuda la rodilla, / Morar en el presidio de Melilla. “  
     Yo entiendo a Sánchez Barbero y lo disculpo por escribir estos versos cargados de odio hacia todo lo que concernía a Melilla.  Era  un intelectual liberal  cargado de cadenas por tener unas ideas políticas distintas a un rey déspota y absolutista y estar pasando calamidades, rodeado de indeseables  en aquellos años tan oscuros, políticamente hablando. También entiendo al responsable de la rotulación de su nombre  en una calle de nuestra ciudad, por lo de intelectual y político, que podríamos decir, en los tiempos actuales, era de izquierda. Todo eso esta muy bién y desde estas líneas, con un profundo respeto, lo entiendo perfectamente.  
En Melilla existe una calle que ha cambiado de nombre tres veces desde que la rotularon por primera vez.  Me refiero a la de Arturo Reyes, nombre que todo melillense sabe que está en el centro; pues bién, esa calle fue bautizada por primera vez con el nombre de su hermana mayor, Málaga, allá por 1906.  En 1913, a la muerte del escritor malagueño Arturo Reyes, autor entre otras obras de “Cartucherita”,  “Conchita la Burrera”,  “La Goletera”, etc., retiran a su hermana Málaga y la meten en el callejón perpendicular entre Padre Lerchundy y Castelar. Y con el de Arturo Reyes aguantó hasta el 1950,  cambiándosele por el de Abdelkader Ben El Hach Tieb, después de la muerte de este. Abdelkader estaba en posesión de varias condecoraciones: Mérito Militar, Mérito Civil, Gran Cruz de Isabel la Católica, Naib del Gran Visir de la  Zona  Oriental y en su entierro se le rindieron honores militares de Capitán General. Sobre la actual calle Abdelkader lo digo como simple anécdota histórica. Los motivos para esos cambios de nombres son muy respetables.
Yo tengo el nombre, y lo digo literalmente porque lo fue, de un señor altruista, que hizo por Melilla, a mi modesto parecer, mas que Sánchez Barbero.  Muy al contrario que este, compuso varias obras musicales, pero una de ellas jamas se me olvidará, la tituló: “Aromas del Parque Hernandez” y solo tiene en la ciudad el grato recuerdo de los que aprendimos música de sus enseñanzas tan pacientes y cariñosas. Este hombre no era de Melilla, no nació en nuestra ciudad, pero vivió casi toda su vida en ella enseñando música a varias generaciones de melillenses, en una de las cuales tengo el orgullo de pertenecer,  y se que varios músicos de la actual banda municipal y la sinfónica empezaron sus primeros balbuceos con sus instrumentos en la calle Medina Sidonia  en el Mantelete, como Pepe Rodríguez, Castillo, Paco Roldán y otros.  Como si Juan Galván,  Luís Rodríguez y su hermano Antonio y tantos otros que no están en Melilla leyeran esto, creo que sus sentimientos  aflorarían  desde lo mas hondo de sus almas recordando a Don Julio, que fue el primer profesor que nos inculcó, con paciencia y cariño el arte de convinar los sonidos desde muy pequeños.  
Su nombre era Don Julio Moreno Rodríguez, y creo que ya habré hablado de el en otras ocasiones, de los conciertos en el parque, de las procesiones de la Virgen del Carmen en la Castrense, dándole la vuelta al puerto pesquero, de las dianas floreadas en la feria y en el antiguo cuartel de la guardia civil, de la rondalla que en Navidad  actuaba con su coro en varios colegios .
     Desde mi humildad y también desde la distancia me dirijo y propongo al responsable en la Asamblea de la Ciudad de Melilla para que se apruebe, en alguna reunión, comisión, o lo que sea,  la dedicación de una calle, aunque sea pequeñita, en el sitio mas recóndito de Melilla, donde sea, Don Julio fue muy modesto, y eso no le importaría, quizás se sentiría un poco ruborizado al ver su nombre en la esquina de una calle humilde de la ciudad que amó en vida y donde nacieron sus hijos.  
Yo siempre he creído que mi ciudad, Melilla,  en los 500 años que es España, ha sabido agradecer a las personas ilustres,  próceres o héroes que la amaron y defendieron en vida, homenajearles como mejor se han merecido;  la entrega de una placa a sus familiares mas próximos, alguna reseña en los periódicos locales o rotular una calle con su nombre e inmortalizarlo para las generaciones venideras.
Reciban un cordial saludo


                                                     Málaga Abríl 2001