Los Ataques 30/04/2001
LOS ATAQUES
Cuando se habla se suele hacer con una dimensión distinta a cuando se escribe. Al hacerlo en el papel parece que lo vestimos con la ropa que creemos mejor, pero si hablamos lo hacemos con mas longitud. Al escribir sobre Melilla procuro siempre hacerlo con devoción, por eso a veces me siento rehén de mi memoria infantil, buscando siempre la libertad que siente un niño.
Desde muy pequeño me intrigaba el nombre del barrio donde mi abuela vivía, Ataque Seco; es un nombre que suena tal como es: seco. Hay otros que al oírlos te viene a la memoria el nombre de una reina, de una virgen o algún militar o político. María Cristina, barrio junto al cementerio que lleva el mismo nombre que el fuerte construido en el mismo monte. El barrio de la Reina Regente, que resulta es la misma persona. Virgen de la Victoria, situado en un valle que sirvió de campamento militar en la guerra de 1909. Parque Hernández, nombre del general que mandó construirlo, Don Venancio Hernández Fernández. El ingeniero militar Don Vicente García del Campo fue el artífice de su construcción.
Pero Ataque Seco me daba que pensar y dado que mi curiosidad era tan grande, mi madre, la pobre mía, cada vez que le preguntaba me decía que era un tostón. Esta palabra siempre la usaba para definirme cuando, a preguntas mías, resultaba pesado. Yo rondaba los doce años y mi maestro de toda la vida de tantas preguntas que le hacía me dio una disertación errónea del barrio de mi abuela en el que me movía como pez en el agua. Me dio a entender con su lenguaje tan castellano, pronunciando las eses, que el nombre de Ataque Seco era porque: “...en los tiempos de la antigüedad los abnegados soldados que defendían esa loma frente a los fuertes de Victoria Grande y Victoria Chica murieron de sed en uno de los muchos ataques que les infringieron los fronterizos”. Así lo asumí ya que me lo había explicado mi maestro; un señor muy fino que nos hacía formar de tres en fondo en el patio del colegio, iba a decir cuartel, donde nos daban el queso americano y la leche en polvo, donde Villalta el conserje era el que lo repartía .
Cuando le dije a mi padre el motivo de que el barrio de la abuela era el que me había dado el maestro, se sonrió y me dijo que dentro de unos días me traería un libro en el que figuraban los nombres de los distintos Ataques o Puestos que hubo en Melilla.
Al día siguiente me trajo un pequeño libro en el que se podía leer: ” En Melilla los Ataques eran pequeñas fortificaciones de piedra y barro situadas junto a la Plaza donde los atacantes se situaban pacientemente para descubrir algún incauto centinela en su puesto y dispararle con toda impunidad”. Estos Ataques estaban situados en San Lorenzo, La Puntilla, Ataque Seco (el mío), Ataque Alto, Río de Oro, De la Horca, Huerta Grande, De la Leña, De Tarara, Rojo y Santiago.
Todos estos Ataques o parapetos estaban situados en lo que actualmente es el centro neurálgico de la ciudad. Mi padre me hizo un pequeño plano dibujando la situación de cada uno de ellos y llegamos a la conclusión de que siempre estaban junto a algún fuerte.
El de San Lorenzo estaba situado donde actualmente está la plaza de toros, acosando al fuerte del mismo nombre que existió allí. El de Ataque Seco dominaba los dos fuertes Victoria Grande y Victoria Chica. Había otro que era el de la Puntilla que estaba en la antigua Batería de Costa, donde disparaban el cañonazo de estopa todos los días a las doce de la mañana. Referente a este cañonazo diré que quedó como recordatorio de los que disparaban a horas del rancho y de retreta para los libertos o mediopensionistas para su retirada a las naves de la cárcel cuando Melilla era conocida por su Penal. El Ataque de Huerta Grande era por estar cerca del fuerte de Santa Ana o Fuerte de Huerta Grande, antiguo San Marcos en el actual Mantelete. El Rojo estaba cerca también de la Alcazaba: “... Don Manuel Rojo, saliendo por el Rastrillo de Espadas con dos compañías se apoderó del Rojo “. Dos siglos mas tarde hubo una central eléctrica. Y el de Tarara creo que estaba junto al de la Leña, muy cerca del Parque de Lobera y el Sagrado Corazón.
En Melilla, de los once Ataques o parapetos no queda ni uno, solamente el Seco dándole nombre a uno de los barrios mas modestos; los otros, debido al ensanche y progreso de la ciudad, quedaron para el recuerdo en la historia.
Cuando se habla se suele hacer con una dimensión distinta a cuando se escribe. Al hacerlo en el papel parece que lo vestimos con la ropa que creemos mejor, pero si hablamos lo hacemos con mas longitud. Al escribir sobre Melilla procuro siempre hacerlo con devoción, por eso a veces me siento rehén de mi memoria infantil, buscando siempre la libertad que siente un niño.
Desde muy pequeño me intrigaba el nombre del barrio donde mi abuela vivía, Ataque Seco; es un nombre que suena tal como es: seco. Hay otros que al oírlos te viene a la memoria el nombre de una reina, de una virgen o algún militar o político. María Cristina, barrio junto al cementerio que lleva el mismo nombre que el fuerte construido en el mismo monte. El barrio de la Reina Regente, que resulta es la misma persona. Virgen de la Victoria, situado en un valle que sirvió de campamento militar en la guerra de 1909. Parque Hernández, nombre del general que mandó construirlo, Don Venancio Hernández Fernández. El ingeniero militar Don Vicente García del Campo fue el artífice de su construcción.
Pero Ataque Seco me daba que pensar y dado que mi curiosidad era tan grande, mi madre, la pobre mía, cada vez que le preguntaba me decía que era un tostón. Esta palabra siempre la usaba para definirme cuando, a preguntas mías, resultaba pesado. Yo rondaba los doce años y mi maestro de toda la vida de tantas preguntas que le hacía me dio una disertación errónea del barrio de mi abuela en el que me movía como pez en el agua. Me dio a entender con su lenguaje tan castellano, pronunciando las eses, que el nombre de Ataque Seco era porque: “...en los tiempos de la antigüedad los abnegados soldados que defendían esa loma frente a los fuertes de Victoria Grande y Victoria Chica murieron de sed en uno de los muchos ataques que les infringieron los fronterizos”. Así lo asumí ya que me lo había explicado mi maestro; un señor muy fino que nos hacía formar de tres en fondo en el patio del colegio, iba a decir cuartel, donde nos daban el queso americano y la leche en polvo, donde Villalta el conserje era el que lo repartía .
Cuando le dije a mi padre el motivo de que el barrio de la abuela era el que me había dado el maestro, se sonrió y me dijo que dentro de unos días me traería un libro en el que figuraban los nombres de los distintos Ataques o Puestos que hubo en Melilla.
Al día siguiente me trajo un pequeño libro en el que se podía leer: ” En Melilla los Ataques eran pequeñas fortificaciones de piedra y barro situadas junto a la Plaza donde los atacantes se situaban pacientemente para descubrir algún incauto centinela en su puesto y dispararle con toda impunidad”. Estos Ataques estaban situados en San Lorenzo, La Puntilla, Ataque Seco (el mío), Ataque Alto, Río de Oro, De la Horca, Huerta Grande, De la Leña, De Tarara, Rojo y Santiago.
Todos estos Ataques o parapetos estaban situados en lo que actualmente es el centro neurálgico de la ciudad. Mi padre me hizo un pequeño plano dibujando la situación de cada uno de ellos y llegamos a la conclusión de que siempre estaban junto a algún fuerte.
El de San Lorenzo estaba situado donde actualmente está la plaza de toros, acosando al fuerte del mismo nombre que existió allí. El de Ataque Seco dominaba los dos fuertes Victoria Grande y Victoria Chica. Había otro que era el de la Puntilla que estaba en la antigua Batería de Costa, donde disparaban el cañonazo de estopa todos los días a las doce de la mañana. Referente a este cañonazo diré que quedó como recordatorio de los que disparaban a horas del rancho y de retreta para los libertos o mediopensionistas para su retirada a las naves de la cárcel cuando Melilla era conocida por su Penal. El Ataque de Huerta Grande era por estar cerca del fuerte de Santa Ana o Fuerte de Huerta Grande, antiguo San Marcos en el actual Mantelete. El Rojo estaba cerca también de la Alcazaba: “... Don Manuel Rojo, saliendo por el Rastrillo de Espadas con dos compañías se apoderó del Rojo “. Dos siglos mas tarde hubo una central eléctrica. Y el de Tarara creo que estaba junto al de la Leña, muy cerca del Parque de Lobera y el Sagrado Corazón.
En Melilla, de los once Ataques o parapetos no queda ni uno, solamente el Seco dándole nombre a uno de los barrios mas modestos; los otros, debido al ensanche y progreso de la ciudad, quedaron para el recuerdo en la historia.
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