A los aprendices de gorrillas 06/11/2001
A LOS APRENDICES DE “GORRILLAS”
El día treinta de Octubre Garbín desde su “Albero” particular denuncia el lamentable espectáculo que se ve en la puerta del cementerio de la Purísima a los niños que proceden de donde todo el mundo sabe, y los mayores que los acompañan requiriéndoles éstos las pocas monedas que recaudan por la “guarda y custodia” de los coches allí aparcados.
Aquí en la Península y concretamente en Málaga existe un ejemplar que parece va en aumento en muchos semáforos en vez de extinguirse como debiera ser. El raro ejemplar es un señor o señora, de veinte a cuarenta años, aparentemente bien alimentados, lentos de movimientos, que te ofrece un periódico, “La Farola”, muy manoseado por 200 ptas.; éstos suelen ser de Rumania, muy prudentes y llenos de timidez, que en vez de trabajar manualmente como cada quisque prefieren respirar durante varias horas al día toda la porquería que sueltan los tubos de escape de los coches y vender un periódico que no se sabe muy bien quién o quienes lo financian y quién o quienes se llevan los beneficios, o sea, la parte del león. Hay otros que cuando empiezan sus rondas, éstas son de ventas de tabaco rubio americano de contrabando, se acercan a la ventanilla de tu coche muy correctos y aparentemente bien vestidos para ofrecerte su mercancía; para mi éstos son los pobres vergonzantes, los que llevan su pobreza con toda dignidad, parados que por su edad no encuentran nada y la venta de tabaco de contrabando es su única salida para llevar a su casa un modestísimo sueldo; los pobres de solemnidad, como se decía en los años de la posguerra eran otra cosa.
También tenemos, desgraciadamente, a los enganchados a la degradación de la droga, los que a pocos meses la vestimenta que llevaban se ha convertido en ropas ajadas y de varias tallas mas grandes que la suyas; la barba de varias semanas aflora en sus rostros depauperados por la mierda que les venden y se meten en sus cuerpos y la mala alimentación. Pero lo que me impresiona mas de todo esto es el arte, porque son actores de verdad, que tienen para sacar el dinero para su dosis diaria. Hay algunos que se acercan con unas llaves en la mano diciéndote que su coche está aparcado cerca y se ha quedado sin gasolina y sin dinero y se tiene que ir a Córdoba o Coín; éstos van bien vestidos y no sospechas nada y algún incauto le da algunas monedas, algunas son de doscientas pesetas en adelante. Los donativos suelen ser mayores por el motivo que te explica y también porque te toca la cuerda de la sensibilidad y tu buena fe es la que te ordena y manda en esos instantes, pero como lo hacen tan a menudo en los mismos sitios, se les toma la medida y solo picas una vez. Otro ejemplar es el que se acercaba a ti mientras echabas carburante en una gasolinera- autoservicio (otra forma de eliminar puestos de trabajo donde a veces te manchas la ropa y te pones hecho un asco) y te pide, garrafa de plástico en mano, que le eches un chorreón, que suele ser casi un litro (140 ptas mas o menos), y cuando la tiene llena se acerca a su coche y la guarda junto a las que tiene llenas en su maletero. A ese ya no se le ve, por lo visto nadie se prestaba ya a su juego.
Pero como el tema es de gorrillas hay que hablar de ellos. Éstas personas suelen estar en los alrededores de la estación del ferrocarril y de autobuses, en las grandes concentraciones donde se aparcan muchos vehículos y también en los solares sin vallar que existen dentro de la ciudad, dándose sus buenas carreras para saludarte, con una especie de genuflexión abochornante para ti, gorra en mano, en el momento de salir de tu coche (poco mas o menos como algunos fronterizos lo hacen en Melilla) debiendo, digo bien, debiendo darle su moneda de cien pesetas porque ese es el precio de tu tranquilidad durante las horas que tienes para realizar tus quehaceres. Alguno que no se rascó el bolsillo se encontró a la vuelta con una rueda floja y pinchada o con una raya producida por un objeto punzante en una de las puertas.
Las gorras solían que portaban solían ser de muchas clases, las habían de los antiguos uniformes de cartero urbano, hoy auxiliar de clasificación y reparto; de guardia urbano, hoy policía local; de barrendero, ignoro su nombre actual, pero me imagino que serán empleados de la limpieza viaria; de policía armada, hoy policía nacional; de militares, éstos siguen con sus patronímicos, siendo las de éstos las que mas se veían, claro está ninguna llevaba su insignia correspondiente, pero por su forma se sabía su procedencia.
Si en nuestra ciudad, Melilla, existen niños y mayores que se erigen en albaceas de la guarda y custodia de los vehículos aparcados en La Purísima o en cualquier otro lugar de la ciudad, en Málaga, ciudad donde resido, y creo que en ninguna ciudad de la Península, tengo que decir que ningún niño se ve haciendo ese “servicio”. Pienso que las autoridades sabrán lo que se debe hacer al respecto, para eso los han elegido los ciudadanos, por su sabiduría, empatía y todas las palabras que terminen en “ía” pero no de Almogía (es cachondeo) y también, eso si, que sus sueldos van incluidos en ese trabajo social, o no; es mi pregunta tonta, ¡ah!, ya se me olvidaba, y que no se le ocurra al que organiza la ruta turística de los alemanes, ingleses, etc. que están llegando a la ciudad, y que sea para mucho tiempo, llevar a éstos de visita al cementerio y que vean el espectáculo de unos niños que les acosan por todos los flancos, chamuyándoles un mal castellano para obtener una propina porque entonces quedará como la Chacha Andrea, con el orondo culo (para mi todos los culos son orondos) al aire y cogerá un resfriado de acostarse, como dice la cantante Martirio.
Reciban un saludo
Juan J. Aranda
Málaga 6 Noviembre 2001
Publicado en “Melilla Hoy” el 2 de Diciembre de 2001
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home