domingo, enero 15, 2006

A Juan Garbín 19/10/2001

A JUAN GARBÍN



Tengo recortado el articulo de Juan Garbín del día 13 de éste mes cuyo título, “La Melilla Virtual”, me ha encantado. El lirismo del principio y la retranca que se gasta con sus Excelencias e Ilustrísimos mandatarios de la ciudad no tiene ni una chispa de desperdicio.
Le da un repaso a la incompetencia de éstos; también al paro y al turismo alemán, japonés e inglés. ¿ De verdad que a Melilla seguirá llegando esa clase de turismo tan selecto; porque si es así, me descubro y como decía el francés: “ chapó ”. Alguien dijo que la ironía hay que practicarla con total cordialidad, y eso es lo que observo en todo lo que escribe Garbín. Su vena poética salta a la vista y la rebelión sobre la injusticia y chabacanería de lo que ve a su alrededor le hace ser así de irónico y practicar la retranca, sin que haya que tener cuidado con lo que escribe y dice, porque al hacer poesía se abre al mundo siendo, como el manifiesta, albacea de todo lo que escribe, y eso es algo que a mucha gente como Garbín nos honra.
Ya me gustaría ser el poeta que le canta a su tierra como lo hace Garbín. El duende misterioso que poseemos la gente que nos gusta la poesía y no podemos expresarla es un don que lo llevamos muy dentro de nuestras almas. A lo mejor es timidez, no lo se. Desde aquí, cuando observo en éstas playas las olas me hacen recordar a sus hermanas, las que acarician los acantilados de Melilla donde aprendí a nadar y tantos baños me di.
Yo creo que Juan Garbín quiere decirle a la gente de buena voluntad de Melilla lo que Pablo Neruda, cuando leyó unos poemas, a unos mineros allá en su Chile natal: “....Hermano que no estas solo, aquí hay un poeta que piensa en tus temores”. Mas o menos es lo que muchos melillenses pensamos y les decimos a la buena gente de nuestra ciudad, que hay muchos paisanos y peninsulares que pensamos en sus temores, sean de la índole que sean.
Hay veces que deseo ser un niño, muy niño y además pobre, para asomarme sin preocupación de que me regañen, entre las piernas de la gente; porque de los niños pobres y mal vestidos todo el mundo se aparta para que no contagien a los niños ricos y a sus estirados padres, todo para ver los desfiles y las procesiones con sus bandas de música y también para aplaudir en el circo las payasadas que hacen las personas con la narizota colorada que se pegan de mentirijillas con el que tiene la cara llena de polvos blancos, al que llaman cara blanca. También para hablar con los grillos, con las hormigas y con las lagartijas. A los grillos los bautizaría imponiéndoles nombres como Gayarre, el tenor roncalés, como uno que tuve siendo niño, bueno, tuve varios en jaulitas de alambre, ya que por aquéllos años se estrenó la película con el mismo nombre en el Perelló. Don Julio, nuestro maestro de música, que estaba en todo lo que se refería a nuestra educación, ya fuera musical o de la que aprendíamos en los colegios y en nuestras casas, nos impuso, al que pudiera pagarse la entrada, que fuéramos a verla y a los que los padres no podían costeársela él las pagaría. Todo era para que escucháramos opera, zarzuela y buena música ya que entonces solamente escuchábamos la que interpretábamos nosotros, los niños de la Falange en el Mantelete y las bandas municipal y Regimiento de Infantería nº 52 en el parque o en los desfiles. A las lagartijas les llamaría “culillos de mal asiento” y a las hormigas las metería en una cajilla de mixtos para que tuviesen “bebés”.
Amigo Garbín sigue con tu lirismo poético y tu bien llevada retranca que el amanecer solo tiene una llave escondida que abre todas las luces a los arboles de nuestros parques, nuestros Lobera y Hernández y pocas son las personas que las han encontrado. Sigue conservando la combinación y dásela al mundo como buen poeta.
Recibe un cordial saludo
Juan J. Aranda
Málaga 19 Octubre 2001


Publicado en “Melilla Hoy” el 27 de Octubre de 2001