domingo, enero 15, 2006

Al cañón del Gurugú 12/09/2001

AL CAÑÓN DEL GURUGÚ (NOVELA)


No creo que esto sirva de propaganda para el novelista Severiano Gil sobre “El Cañón del Gurugú ” porque estoy seguro que no le hará falta ya que su novela la tendrá mucha gente enamorada de la historia de la ciudad. Lo que si puedo asegurarles es que es un libro que nos adentra en la verdadera historia de la Melilla de los años veinte. El conocimiento del terreno donde ocurrieron los hechos aciagos y desastrosos para nuestro ejercito, sin entrar en ninguna clase de política partidista, dice bastante que la novela ha sido escrita con todo el rigor histórico, basándose en los conocimientos del terreno y de todos los movimientos de fuerzas: regimientos, batallones con sus nombres y patronímicos y los de generales, jefes y oficiales que participaron en las batallas descritas. Con mi modesta opinión creo que esta novela es algo valioso de tener en cualquier biblioteca melillense.
El Desastre de Annual, la cobarde masacre que hubo, por parte de los rebeldes, en la rendición de Monte Arruit y el cañón que disparaban los fronterizos desde el Gurugú son el eje central de la novela. El recorrido por las calles de la ciudad por aquéllos años, el antiguo café La Peña, situado donde está el “León de la Avenida”, que por cierto este se esta cayendo a trozos. Todas las calles que aparecen no han cambiado ni de nombre después de ochenta años. El detalle de que el hospital de la Cruz Roja, aunque fue construido para Escuelas Graduadas, Instituto General y Técnico, nunca llegó a ser por las necesidades de la guerra, transformándolo en hospital con 200 camas, como siempre lo hemos conocido y también como Severiano Gil lo describe, hospital de sangre que fue en realidad en aquéllos terribles meses del verano de 1921. No estoy muy seguro pero creo que he podido leer que este hospital va a ser demolido para construir viviendas. Sobre eso, las autoridades deben saber, y doy por supuesto que lo saben, que el día de la colocación de la primera piedra el 6 de Enero de 1915 cuando era Comandante General Don Francisco Gómez Jordana se colocaron bajo la piedra unas monedas de plata, los últimos periódicos y el acta para que los melillenses actuales sepamos que esas antiguas piedras fueron colocadas para unos fines sagrados que fueron un colegio, templo de la inteligencia y mas tarde en un hospital, donde se salvaron tantas vidas llenas de gloria. Yo espero que esos objetos figuren en el museo municipal ya que es parte de nuestra historia.
Un anciano fallecido, siendo joven (mozo decía) en aquéllos años, me contaba que existían varios cañones que eran disparados “abanicados”: lo mismo caía un pepinazo en el Real, en la Carretera de Hidún que cerca de Ataque Seco, siendo alcanzada una casa del callejón del Curruquero, uno de los que cruzan las calles de Castellón de la Plana y Duque de la Torre o Teruel. Hecho que rara vez, los vecinos antiguos, se ponían de acuerdo si esa casa la derribó el disparo del cañón del Gurugú en Septiembre de 1921 o el buque de guerra de la República “Jaime I” cuando el Movimiento en 1936. El “Jaime” se ponía frente al cementerio, tiraba unos cuantos cebollazos y se largaba, pero los silbidos del cañón del Gurugú es que te helaba la sangre; esos traían muy mala leche. Así lo contaban los viejos de Castellón. Aquél anciano estaba seguro que fue en Septiembre de 1921, y además se sabía hasta el nombre de la familia que falleció en la explosión. Contaba siempre cosas de aquéllos años, que aunque eran las clásicas batallitas del abuelo era historia viviente. Decía que el General Silvestre quiso, una vez que tomase Alhucemas, fundar la ciudad de “Alfonso” en el mismo lugar. La amistad que tenía este general con el monarca, Alfonso XIII, le llevó a reivindicarlo en su honor. Pero esa es otra historia.
Años mas tarde pude leer en “El Desastre de Annual” de Susana March y Fernández de la Reguera: “Los moros cada día se envalentonaban mas y despreciaban olímpicamente a las tropas españolas porque en el Protectorado quien desfilaba primero era el Banco de España (pensiones a jefes de kábilas y moros notables), a continuación la policía y regulares y finalmente los españoles”, que era poco mas o menos lo que aquél anciano se refería. Una canción que siempre repetía con mucha guasa su mujer era: “Ni me lavo ni me peino/ ni me pongo el lazo azul/ hasta que venga mi novio/ de tomar el Gurugú/”. Mas bien esta canción era referente a 1909 la del famoso Barranco del Lobo, pero ella la asimilaba a la de su tiempo ya que su marido fue quinto en 1923.
Pero a mi que siempre que leo algo referente a Melilla y su historia me gusta introducirme a fondo, en este caso, con la novela de Severiano Gil, no pude sustraerme, después de leérmela de un tirón, leerme los poemas del poeta cántabro, José del Río, en “Noche de Segangan” en referencia del “Desastre de Annual” que deben ser conocidos por todos nosotros, melillenses que amamos la historia de nuestra ciudad. Dicen así: “ Los sacos llenos de sucia paja / de los caballos forman nuestro lecho, / y un capote, que acaso fue mortaja, / de alguno que cayó sobre mi lecho. / Del campo se apagaron ya las luces, / y se ha tocado silencio ha unos minutos. /y en un rincón inhóspito, de bruces / tendido, duermo el sueño de los brutos ”.
El otro poema dice: “ A cada instante me despierto inquieto; / el pabellón parece un esqueleto, / un esqueleto de algún muerto enorme; / veo a un lado a un hombre que sujeto/ aun tiene el correaje de uniforme. / Es igual que un montón de carne hedionda, /humedad y parásitos; no acierto/ a conseguir que nadie me responda, / y entonces, por el miedo alucinado, / me llego a figurar que ya estoy muerto, / y que estoy de cadáveres cercado ”.
Y por último quiero agradecer a Severiano Gil el que haya escrito esta novela, en la que nos enriquece a todos los melillenses con nuestra historia y su gentil dedicatoria hacia este humilde servidor.
Reciban un cordial saludo.

Juan J. Aranda
Málaga 12 Septiembre 2001


Publicado en M”Melilla Hoy” el 21 de Octubre de 2001